Cada vez hay más personas que deciden reducir el consumo de origen animal en su dieta, o incluso hacerse vegetarianas. Las razones son muy diversas, desde la preocupación de la salud o por el bienestar de los animales, pasando por todo tipo de motivaciones religiosas, filosóficas o medioambientales. La dieta vegetariana equilibrada está asociada a numerosos beneficios para la salud, entre los que se encuentran menores niveles de obesidad, una reducción del riesgo de problemas coronarios y menor tensión arterial. Además, los vegetarianos tienden a consumir menos grasas saturadas y mas fibra, potasio o vitamina C que los no vegetarianos. Comer demasiada carne roja y embutidos, aparte de ser perjudicial para el planeta (por el consumo excesivo de recursos que requiere su elaboración y por la contaminación que generan las millones de reses que hay en el mundo) también está asociado de manera directa al incremento de casos de cáncer: la propia OMS ha clasificado la carne roja dentro del grupo 2ª, como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”, y la carne procesada, como los embutidos, en el grupo 1, como “cancerígeno para los seres humanos”. La moderación en el consumo de estos productos, el resto de la dieta y, en general, el estilo de vida que se lleve son claves para entender y poner estas clasificaciones en su justa perspectiva y para evitar alarmismos innecesarios. Pero esta noticia, añadida a la preocupación generalizada por la contaminación creciente del mar que puede afectar a la calidad del pescado, ha hecho que todavía mas personas se interesen por la dieta vegetariana, y en especial por el consumo de proteínas de calidad alternativas a la carne. A pesar de todo esto, la mayoría de autoridades sanitarias recomiendan tomar pequeñas cantidades de productos de origen animal, aunque también admiten que es posible tener una dieta saludable siguiendo exclusivamente una opción alimentaria vegetariana e incluso vegana: la Asociación Norteamericana de Dietética, por ejemplo, afirma que “las dietas vegetarianas adecuadamente planificadas, incluidas las dietas totalmente vegetarianas o veganas, son saludable, nutricionalmente adecuadas, y pueden proporcionar beneficios para las salud en la prevención y en el tratamiento de ciertas enfermedades. Las dietas vegetarianas bien planificadas son apropiadas para todas las etapas del ciclo vital, incluido el embarazo, la lactancia, la infancia y la adolescencia, así como para los atletas”. La clave se encuentra en la expresión “dietas vegetarianas bien planificadas”, y en este sentido la dieta vegetariana está sujeta a las mismas normas que el resto de estilos alimentarios: todas las dietas deben ser equilibradas, de lo contrario pueden ser deficitarias en algunos nutrientes. Fuente: Libro: “Biblia vegetariana”
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Abril 2020
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